Arasanz Garcia

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Nieve, lluvia, barro, arena y un esguince de cilindro.

Alhucemas mojado y Meknes húmedo.

Escrito por Javier (Navegante), fechado el 28 de octubre de 2018.

Lluvia en Alhucemas.Amanece un día gris, la lluvia lleva bastantes horas cayendo en la madrugada, regando con parsimonia el campo que nos rodea. Amanecido y el sol oculto tras las grises nubes, no se atreve a salir por no mojarse.

Aparecen los riders, muchos de chillones colores con los trajes de agua enfundados. Con ellos Javier, con un traje amarillo, una sonrisa aparece en mis plásticos, parece una banana, pero es un secreto que mantengo, espero que nunca se entere de estos pensamientos que tanto me hacen reír. La verdad es que creo que el mismo se reiría de mi ocurrencia.

Solo el baúl, las bolsas, en el transporte de la organización. Que buena gente, que magníficos amigos de todos y de todo. Siempre pendiente de nosotras y de ellos. Siempre con una sonrisa, siempre atentos... es difícil sentirse tan atendido... tan mimado, si pudiera gritaría gracias y en cierto modo cuando paso al lado de cada uno de ellos intento que mis explosiones sean mas broncas, mas sentidas, más profundas, para dar un eterno y merecido GRACIAS.

Dirección Tetuán.Ascendiendo en el Rif.Partimos del hotel, con la misma lluvia persistente que despertó la mañana, tomamos en la segunda rotonda dirección Tetuán, Javier se me acerca al deposito y con palabras trémulas de emoción me susurra:

- Blanquita... ¿y si nos dirigimos directos a Tetuán?. Me gustaría ver la casa en la que nacieron mis padres, en la que nació mi hermano y en la que tantas veces he soñado sin conocerla, creo que seria una emocionante visita, desde que mis padres salieron de este magnifico país.

La voz quebrada, dejó de sonar durante mucho rato y noté como sus ojos se contagiaban de la humedad del ambiente en cada desvío en el que se veía Tetuán como destino. Fueron unos ratos de sueños, recuerdos y sensaciones. Poco a poco fuimos enfilando hacia nuestro destino, seguíamos avanzando entre húmedos valles y mojadas montañas, entre laderas de monte bajo y abruptos cortados de tierras rojizas.

Lentamente vamos ascendiendo en las heridas asfaltadas de las montañas que tenemos delante. La lluvia sigue acompañándonos de forma persistente, de tarde en tarde un fino rocío nos inunda. El agua atraviesa la carretera de lado a lado, dejando manchas de barro liquido en su paso, en los baches se refleja el gris plomo de las nubes que cubren el cielo. Vamos con buen agarre, a pesar de la lluvia, y Javier se reconcentra en la conducción, sigue detenidamente las indicaciones tanto del roadbook como del navegador, según me comenta Javier hemos decidido ir directos al hotel, pero intentando seguir todo lo posible la ruta del día.

Dejamos a nuestra izquierda el desvío de la N2 que nos llevaría a Ketama, e iniciamos un suave descenso entre laderas de monte bajo siguiendo la N8 en Targuist, carrascas, lentiscos y acebuches entre romeros y tomillos, dan paso a hileras de arboles frutales, granados, manzanos y prunos que por carecer de vestigios de fruta no son distinguibles. Se alternan con manchas de monte apretado y ceñido, de enormes cedros, pinos y enebros, también arboles caducos que empiezan a amarillear sobre el verde fondo que los rodea, las tierras de labor en las planicies de las cuencas de los arroyos parecen marchitas, cepas, rastrojos y barbechos, de fondo ocre o rojas.

Valles brumosos.La nieve nos acompaña.Volvemos a comenzar un ascenso que nos llevara las cotas más altas del Rif en nuestro camino de hoy. La lluvia nos persigue insistente, como queriendo inundarnos y contagiarnos de su humedad, la temperatura empieza a descender según subimos en altura y las finas gotas de luvia se endurecen y cristalizan. Empiezan a caer trozos de blancas nubes, que se desmigan por el frio y las alturas van cubriéndose de una blanco inmaculado. Mi electrónica en modo rain hace todo mas suave, Javier se tensiona, se afana por ver entre los copos que se depositan en el casco, cada poco tiempo se quita, con la mano, las pegajosas esponjas blancas de las nubes caídas, que se acumulan en la visera, sin bajar la guardia y entre curvas y cuestas, pasamos el punto más alto 1627 metros y seguimos atravesando esta rica zona de Marruecos, ahora con monótono blanco en sus laderas y un cielo de gris acero en sus alturas.

Pasamos varios puertos, Álvaro y Javier, enfundados en los trajes de agua y con los puños calefactados al máximo, continúan la marcha, como queriendo salir lo antes posible de este mar blanco que nos rodea. Un alto en el camino para hacer unas fotos, recuerdo de los blancos cerros de este Rif. Nos reunimos con Nicasio, Rodrigo, José Manuel y otros moteros y comenzamos el descenso, lentamente, hacia las llanuras fértiles de las mesetas centrales de Marruecos.

ÁlvaroJavierLa nieve empieza a trasformarse en agua y es momento de descanso para los riders, paramos en la puerta de un bar y Javier, Álvaro, Nicasio, Rodrigo, José Manuel, etc. entran a calentarse y buscando refugio. Bebidas calientes y un hornillo que ha prestado el barbero del poblado, afables y serviciales las gentes de este lugar, que ayudan, prestan o comparten lo poco que tienen. Poco a poco el bar se convierte en un punto de encuentro y el calor del infiernillo da paso al calor humano. Javier sale entre cristales borrosos de la condensación de la humedad y se me acerca:

- Blanquita, te quito la nieve para que no te enfríes más, acabo de tomarme el mejor café de mi vida y me siento reconfortado.

Unos chiquillos de arremolinan a nuestro alrededor y Javier coge todos los caramelos que lleva y los reparte entre ellos.

Con temperaturas aun bajas y aguanieve en el ambiente, partimos del café y seguimos nuestro camino. El descenso hacia las llanuras de Meknes es rápido y pronunciado, en los laterales los abruptos taludes y en la distancia los llanos de tierras fértiles que surcamos a buen ritmo. Parece que las nubes nos dan un poco de tregua y empiezan a parecer grandes claros y a través de ellos el azul de un cielo agradable nos quiere dar la bienvenida a estas llanuras de Fez, ahora formamos un grupo de cuatro amigos y parece que la compañía nos hace ir más tranquilos.

- Blanquita, vamos a ir directamente en dirección al hotel, así que he programado el navegador del móvil para seguir la N8 hasta las postrimeras de Fez y allí tomaremos la autopista que nos llevará a Meknes. Ya está bien de frio por hoy.

Dicho y hecho, pasado el desvío de Tissa, a unos kilómetros dejamos el cruce del roadbook de la carretera R506 a la derecha, para continuar la N8. Al fin, en un mar de cruces, llegaremos a la A2 por la que terminaremos nuestro blanco y húmedo periplo de este día. Llegamos al hotel Dalia Meknes, avanzada la tarde marroquí y con el cielo azul en nuestras cabezas con algunas nubes merodeándonos.

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